La tecnología LED se ha impuesto en hogares, industrias e incluso en nuestras calles. Ha llegado para liderar un ahorro energético basado en la conducción de los materiales que la componen, llegando a suponer una rebaja de hasta el 90 % respecto a las luces incandescentes tradicionales, que han quedado definitivamente olvidadas. Además de ese recorte en la factura, las bombillas LED han supuesto un salto en la duración de este elemento, que puede llegar a tener hasta 50.000 horas de actividad, frente a las 1.000 de vida útil de las bombillas incandescentes.
La tecnología LED surgía en la década de los 60 del pasado siglo, y desde entonces ha vivido una continua evolución, perfeccionamiento y extensión que la ha convertido en sinónimo de eficiencia energética. La clave para su eficiencia y popularidad radica en la resistencia a altas temperaturas, una alta luminosidad y la opción de distintos colores. Esta eficiencia energética se materializa también en un ahorro de mantenimiento y sustitución. Si realizamos un cálculo rápido, una bombilla LED tiene una vida similar a 50 bombillas incandescentes con un consumo de solo el 10 % de energía.
El medio ambiente ha agradecido la aparición de estas bombillas ya que su funcionamiento tiene ausencia de rayos UV o infrarrojos que dañan la salud y se compone de materiales 100 % reciclables y no contaminantes. Al mismo tiempo reduce las emisiones de CO2 y protege el medio ambiente. La variedad de la tecnología LED es sorprendente en lo estético ya que ofrece infinitas posibilidades en gama de colores sin perder con el doble índice cromático de las luces y una mejor iluminación. El salto de la bombilla tradicional a la LED es sencillo ya que puedes usar tiras LED, bombillas, focos, placas o tubo, según tus necesidades, siendo ideal no solo para el hogar sino también para oficinas, almacenes o naves, con calidad óptima, ahorro y respeto al medio ambiente.
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