Estamos acostumbrados a un bombardeo de términos tecnológicos sin que muchas veces sepamos con exactitud a qué se refieren o cuál es exactamente su base de funcionamiento. Ocurre por ejemplo con la fibra óptica, un término que se ha introducido en nuestras vidas apenas sin darnos cuenta y que ha revolucionado muchas de nuestras tareas cotidianas y nuestros momentos de ocio.
La fibra óptica es básicamente un medio físico de transmisión de información. Consiste en un filamento de plástico o vidrio que permite que a su través viajen pulsos de luz láser o led que contiene los datos a transmitir, ese milagro que tantas satisfacciones nos da a la hora de estar comunicados, informados… Lo más sobresaliente del sistema es la alta velocidad de transmisión que permite, similar a la de la radio, siendo en estos momentos la opción más avanzada existente para este fin por lo que su implantación en el mundo actual es imparable.
La fibra óptica hace posible establecer redes de información con una pérdida mínima de datos. Las aplicaciones de este sistema son múltiples ya que es muy versátil y constantemente aparecen nuevas opciones que la hacen cada vez más omnipresente en la vida diaria. Básicamente, esta revolución se basa en un núcleo de plástico o vidrio (óxido de silicio y germanio) con alto índice de refracción, recubierto de un plástico similar, pero de menor índice refractivo. Muchas son sus ventajas. Desde su flexibilidad a su escaso tamaño, poco peso, resistente, limpia a nivel de residuos, robusta ante las interferencias y veloz. Nada puede comparárse hoy día en su misión de transmisión de datos.
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