Si de pronto un día notamos que se produce un considerable descenso en la velocidad de internet, y que esto sucede en momentos puntuales del día en los que teóricamente el uso de internet es más habitual, puedes empezar a sospechar que tu vecino te roba la señal de tu wifi. Las contraseñas y las barreras tecnológicas son perfectamente vulnerables y aunque hasta hace poco esta práctica podía pasarnos desapercibida, con la proliferación de móviles, tabletas y demás dispositivos una conexión adicional nos ralentizará e incluso tumbará la conexión en menos que canta un gallo.
Existen herramientas gratuitas como Fing, una app multiplataforma que permite con un barrido saber qué dispositivos está conectados y conocer si hay miembros ajenos a la familia conectados a la red. Será sospechoso encontrar un modelo de ordenador o tableta que nadie tiene en casa. El problema se agrava cuando no se trata solo de que la velocidad de acceso disminuya, sino que a través de nuestra wifi se puedan cometer actividades que puedan comprometernos ante un tribunal.
Encontrado el pirata procederemos a expulsarlo accediendo al panel de control del router y efectuando un cambio de la contraseña de la red, para reconectar de nuevo todos los equipos. Es importante saber que estos ataques son más fáciles si mantenemos la configuración de fábrica que no han sido modificadas por el usuario. Por eso debemos reconfigurar la contraseña de acceso y evitar la estandarización de nuestra configuración, ya que eso la hace más vulnerable. Debes comprobar que la red inalámbrica posee el mayor nivel de cifrado posible: WPA2. Y no olvides realizar un barrido periódico que compruebe que no hay accesos indeseados. Para ello hay marcas como McAfee que instalan una app en el móvil y te ayudan a monitorizar a los piratas para mantenerlos controlados y alejarlos de tu preciada señal, tu tesoro.
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